Los
cumpleaños de Astrid siempre eran los mejores, tenían castillos hinchables, piscina
de bolas, gente que te pintaba la cara y todo lo que un niño de 5 años puede
desear, pero a Ezra siempre le llamaba la atención el chico que estaba en una
esquina sentado como si no pintara nada ahí y no le dejarán hacer nada.
Y
eso pasaba en todos los cumpleaños de Astrid y, cuando iban a su casa a hacer
trabajos. El chico siempre estaba a un lado sin decir nada, mirando como si
quisiera hacer algo y no pudiera porque no le dejaban. Lo que provocaba en Ezra
sentimientos muy confusos para su edad, porque por una parte quería hablar con
ese chico, pero por otra parte no quería perder su amistad con Astrid.
Los
años habían pasado y las cosas habían cambiado mucho. Ezra ya no era amigo de
Astrid por diferentes razones y ahora le daba clases a Thiago de matemáticas
desde hacía tiempo, pero desde hacía varias semanas este había vuelto a
desaparecer sin dejar ni rastro por quinta vez desde que Ezra le ayudaba.
Thiago
había resultado ser el chico que no podía hacer nada en las fiestas de
cumpleaños de Astrid y su hermano pequeño.
Ezra
estaba sentando en el mismo banco que se sentaba todos los días a esperar a que
Thiago llegará para ir a una mesa en la zona tupper o la biblioteca, Thiago
siempre llegaba puntualmente, quizás cinco minutos tarde, pero nunca más.
Algo
que no entienda Ezra era como la gente de esa facultad a la que iban a estudiar
por comodidad se podía sentar en aquellos bancos incómodos y fríos que se te
clavaban en todas partes.
—
Hola, Ezra... —dijeron por la espalda de Ezra.
Ezra
se levantó y se giró para encontrarse a un chico que conocía de sobra, Thiago, llevaba
el pelo rizado oscuro más largo que la última vez que lo había visto y el brazo
derecho con un cabestrillo. No sé pudo contener y fue directamente a abrazarlo.
—
Estás bien, estás bien, estás vivo, no me lo creo —repetía Ezra mientras
abrazaba a Thiago con cuidado y le dejaba un beso en la mejilla.
—
Lo siento...
Ezra
le soltó para tocarle la cara para comprobar que de verdad era real y no que estaba
soñando.
—
No pasa nada, solo dime algo que me confirme que no estoy durmiendo, algo como
que solo tú y yo sepamos.
Thiago
soltó una risita mirando a Ezra porque todas las veces que había desaparecido
había sido la misma reacción o muy similar.
—
Al principio de empezar las clases de matemáticas en tu casa nos besamos y la
cosa se fue de madre.
Esta
vez era el turno de Ezra de reírse con ganas recordando aquel momento en el que
Aqua y Olivia los habían pillado en la habitación en ropa interior.
—
Confirmamos que no eres un robot y que no estoy durmiendo. —dijo Ezra entre
risas.
Ambos
chicos se fueron directos a la zona tupper que estaba en la planta baja por el
otro lado que se encontraban, uno al lado del otro como hacían siempre. Ezra se
sorprendió de que Thiago hubiera ido y Thiago con su ligera cojera pensando en
lo genial que se sentía de estar con Ezra de nuevo.
—
Necesito contarte una cosa —soltó Thiago de la nada mientras dejaba su mochila
encima de la mesa azul de la zona tupper.
—
Cuéntame, sabes que voy a estar ahí para lo que necesites.
Ezra
vio como Thiago respiraba profundamente y rodeaba la mesa para estar a su lado.
Thiago había estado bastantes días dándole vueltas a cómo contarle aquello a
Ezra porque sabía que no era algo fácil para el resto de las personas.
—
No es la primera vez que desaparezco así... —dijo Thiago bajando la voz y
cerrando los ojos. — Y sé que es algo horrible porque te mereces saber que no
voy a venir en un tiempo, pero no es algo que pueda controlar...
La
voz de Thiago cada vez sonaba más entrecortada, nerviosa y asustada.
— Sabes que cuando ha sido algo de la prótesis o de que me iban a operar te he avisado, pero todas esas veces ha sido algo inesperado... —Thiago respiró hondo y le cogió la mano a Ezra apretándola. — Mi padre no suele estar por trabajo, así que siempre estoy solo con Astrid y Nany...
» Al principio empezó como algo entre hermanos, lo típico de pegarse unas collejas, pero a medida que creíamos ha ido a peor... Astrid me maltrata psicológica y físicamente porque tiene celos y me culpa...
Ezra
abrazó a Thiago, sabía que Astrid era mala persona, con él lo había sido y le
había costado años entenderlo, pero que maltraté a su hermano ya era el colmo
de la situación.
—
¿No te puedes ir de casa? —preguntó Ezra limpiando con cuidado las lágrimas de
Thiago.
—
No tengo donde ir... Y tengo demasiados gastos que no puedo cubrir...
Ezra
se mordió el labio de impotencia, desde que conoció a Thiago en profundidad, descubrió
que era un chico increíble con unas ideas claras y muy inteligente. Necesitaba
ayudarlo como fuera porque le atraía desde hacía tiempo, igual que Thiago
estaba colado por él.
—
Mierda... Cualquier cosa me avisas y, si algún día tienes que venir a mi casa a
dormir, no hay problema.
—
Gracias Ezra.
Las
clases de Ezra y Thiago seguían y con ello los meses pasaban. Era una rutina
dentro de todo ese caos que tenían ambos. Ezra había vuelto a entrenar con su
equipo después de recuperarse de la lesión, lo que hacía que su tiempo libre
quedará muy reducido, aunque era algo a lo que estaba muy acostumbrado. Thiago
seguía con la recuperación de sus últimas heridas, pero esta vez su padre
estaba allí presente para cuidarlo y, era algo que Thiago agradecía porque su
padre siempre había cuidado de él y protegido de todos los monstruos.
Y
ahora no estaba pasando eso porque había tenido que salir a hacer unos recados.
Thiago se había encerrado en el baño, estaba temblando y no podía casi ni
escribir, pero lo intentó, aviso a Ezra. Las lágrimas no tardaron en caer por
el rostro de Thiago, el golpe que le había dado su hermana antes de esconderse
en el baño le había dolido demasiado.
—
Thiago, sal de ahí —gruñó su hermana desde el otro lado.
Thiago
estaba sentado en el suelo de la ducha, con la espalda apoyada en la pared y
las rodillas pegadas contra el pecho. Empezó a escuchar golpes en la puerta y
apretó más las rodillas al pecho deseando ser invisible.
Los
golpes se escuchaban cada vez más fuertes y rápidos, Thiago solo esperaba que
la puerta resistiera y que alguien lo ayudará. Thiago no había pasado tanto
miedo en mucho tiempo, siempre había aparecido alguien en el momento que menos
se esperaba a ayudarlo.
Thiago
abrió los ojos poco a poco, seguía con miedo en el cuerpo, pero se encontró
algo muy diferente: los ojos azules de Ezra asustados.
—
¡Estás bien! —grito Ezra cogiendo la mano de Thiago.
Thiago
no recordaba cuándo había cerrado los ojos ni nada más que hubiera pasado, pero
ahí estaba Ezra con sus pecas sonriendo.
—
¿Qué ha pasado?
—
Mejor que te lo cuente tu padre, está preocupado por ti.
Thiago
no entendía nada, pero dejó que Ezra le guiará para levantarse y apoyarse en
él. Ezra estaba sorprendido de haber encontrado a Thiago sin ningún arañazo ni
nada, había sido su mayor preocupación desde que había leído los
mensajes.
Una
mano de Ezra estaba colocada en la parte baja de la espalda de Thiago y la otra
le cogía el brazo para que no se fuera de morros. Thiago agradecía que las dos
manos de Ezra le sujetarán porque si no fuera por él se habría ido al
suelo.
Ambos
salieron a la calle y para sorpresa de Thiago su padre estaba allí hablando con
una mujer vestida de policía, los vieron salir y fueron corriendo a
ellos.
—
¡Thiago! Menos mal que estás bien —dijo su padre abrazándolo y dándole un beso
en la frente.
—
¿Te puedo hacer unas preguntas? —soltó la mujer que había estado con su padre
apenas unos segundos después.
Thiago
no había soltado la mano de Ezra en ningún momento. Su padre se había colocado
al lado que no estaba Ezra y fulminaba a la mujer.
—
Sí —la voz de Thiago salió como un hilo.
—
Tranquilo, ellos pueden estar contigo. ¿Puedes contarme qué ha ocurrido?
Thiago
apretó la mano de Ezra y este le miró con una leve sonrisa. Ezra no sé pensaba
moverse del lado de Thiago a no ser que se lo pidieran.
—
Estaba recogiendo las cosas de la mesa y Astrid se cabreó sin venir a cuento,
me pegó, salí corriendo y, me escondí en el baño. No recuerdo mucho más, avisé
a Ezra no sé cómo y luego empezaron los golpes en la puerta. —dijo Thiago
mientras se apoyaba un poco en Ezra con cuidado para no caerse.
—
Tranquilo, es una situación difícil. ¿Ha pasado antes?
—
Si, siempre que papá está de viaje acabó en el hospital porque Nany llama a la
ambulancia cuando me encuentra... —reconoció Thiago con la mirada en el suelo.
Thiago
notó como la mano de su padre se ponía en su hombro, dándole fuerzas. Hacía
tiempo que no veía a su padre tan preocupado, solo había visto así a su padre
cuando el accidente.
—
Tendría que hablar con ella. ¿Señor, era consciente de todo esto? —preguntó la
policía mirando al padre de Thiago.
—
Claro, ella es todo un encanto. No, siempre que he vuelto de los viajes han
estado bien, algún arañazo, pero nada que me indicara que mi hija quisiera
matar a su hermano. —respondió mirando a la mujer.
—
Gracias, ahora les dejaré tranquilos, pero tengan por seguro que les tocará
venir a declarar.
La
mujer se dio media vuelta y se fue hacia uno de los dos coches de policías que
había delante de la casa. Thiago abrazó a Ezra con fuerza, se notaba que dentro
de poco le iban a fallar las piernas. Ezra lo abrazó igual y le acariciaba la
espalda.
—
No me he presentado, soy su padre, pero llámame, Nick, por favor. Gracias por
cuidarlo, si le pasara algo otra vez no me perdonaría. —dijo mirando a Ezra.
Thiago
miró a su padre y luego a Ezra.
—
Ezra, soy...
Thiago
le besó sin pensarlo y Ezra al principio demasiado sorprendido por un beso que
no espera, no lo siguió, pero una vez se le pasó, siguió el beso y acercó más a
Thiago.
Nick
los miraba con una sonrisa enorme en la cara, su hijo nunca había hecho algo
así y menos delante de él.
—
Mi novio papá, es mi novio —dijo Thiago una vez se separó de Ezra y escondió la
cara en su pecho.
Ezra
miró a Thiago sorprendido, pero encantado de que hubiera dicho eso.
—
Me alegro de que lo sea. Pasar dentro, que aquí empieza a hacer frío.
Las
semanas empezaron a pasar y, poco a poco Thiago y Ezra empezaron a normalizar
su relación combinándola con las clases de ambos y con el deporte de Ezra. La
policía había abierto un caso contra Astrid y habían puesto una orden de
alejamiento de su hermano.
Thiago
se encontraba sentado en el borde la cama de Ezra con los ojos cerrados a causa
de las caricias que le estaba haciendo Ezra en la espalda.
— ¿Qué
pasa? —preguntó Ezra sentándose por detrás de Thiago.
Ezra
estaba en pijama, esperando a que Thiago terminara de ponerse el suyo y
acomodarse en la cama. Habían salido a cenar juntos para distraerse y Thiago
había aceptado quedarse en casa de Ezra a dormir.
—
Que es la primera vez que me voy a quedar a dormir en tu casa y estoy nervioso.
—respondió Thiago mirando sus pies.
—
No estés nervioso, estás cómo en tu casa.
Thiago
notó las manos de Ezra viajando por su cintura y los besos que estaba dejando
por sus hombros.
—
Si necesitas ayuda, puedo ayudarte —susurró Ezra en el oído de Thiago mientras
desabrochaba el pantalón.
Thiago
río un poco nervioso, pero encantado de Ezra hiciera esas cosas. Una de las
mejores cosas que había descubierto Thiago sobre Ezra era la capacidad que
tenía de pasar de estar llorando a reírse.
—
¡Ezra! ¡Ya he llegado! —gritó la madre de Ezra desde abajo. — ¡Espero que no
estés haciendo nada guarro con Thiago que estoy yendo a tu habitación!
—
Va a ser que no puedes ayudarme de esa forma —susurro Thiago riéndose.
—
Tendrá que esperar —murmuró Ezra riéndose.
La
puerta de la habitación se abrió mostrando a la madre de Ezra. Thiago siempre
que la veía se sorprendía de lo que se parecían madre e hijo físicamente el
mismo pelo rojo y rebelde, las pecas por toda la cara, los ojos e incluso
cuando Ezra sonreía se le parecía a su madre.
—
Hola, chicos, ¿Ha ido bien la cena? —preguntó yendo hacia ellos y sentándose al
lado de Thiago.
—
Muy bien, ha sido una pasada el sitio —dijo Ezra mirando a su madre y luego a
Thiago. — mamá, Thiago, Thiago, mi madre.
—
Llámame Aqua. No me puedo creer que no me hubieras presentado formalmente
—opinó Aqua riendo.
—
Solo hemos venido 3 veces y, dos de ellas llegaste tarde y estaba
durmiendo.
—
Touché. Bueno, encantada Thiago. Y como en tu casa estás. —expresó Aqua
levantándose de la cama y pasando una mano por el pelo de Ezra y luego por el
de Thiago. — La puerta abierta una vez terminéis de poneros el pijama.
—
Si, mamá.
Aqua
los dejó solos y Ezra pasó sus brazos por los hombros de Thiago.
—
¿Quieres ver la película que dijiste? —preguntó Ezra.
—
Si, pero tengo que terminar de ponerme el pijama.
—
Hazlo y mientras preparo palomitas.
Thiago
miró a Ezra, le encantaba que siempre aceptara ver algo o leer algo antes de
dormir juntos porque se había convertido en una especie de rutina entre ellos
cuando dormían juntos.
Ezra
dejo un beso en la mejilla de Thiago y salió de la cama.
Thiago
se quedó solo en la habitación cuando Ezra salió a preparar palomitas, así que
era su momento de terminar de ponerse el pijama.
Volvió
dando saltos a la habitación de Ezra, quizás debería haberle cogido la silla
del escritorio para no hacer tanto ruido o esa sensación tenía él.
Thiago
había tardado un poco más en el baño con la prótesis, así que cuando había
vuelto, Ezra ya estaba en la cama sentado con un bol de palomitas y buscando
la película.
—
Puedes usar la silla del escritorio —dijo Ezra mirándolo con una sonrisa. — Me
gusta este pijama de Monstruos university.
—
Gracias. Lo compré el otro día y es monísimo.
—
Si y, ese azul clarito con topos rosas, una fantasía y te queda genial.
—anunció Ezra con una sonrisa enorme.
Thiago
había descubierto que Ezra siempre decía lo que pensaba sobre todo y, eso era algo
que a le encantaba porque durante mucho tiempo las mentiras habían estado muy
presentes en su vida.
—
¿Ya tienes la película? —preguntó Thiago sentándose más cerca de Ezra y
cogiendo palomitas.
—
Atlantis, lista y preparada para verse con el mejor de todos —respondió Ezra
acomodándose.
Thiago
pasó la pierna derecha por encima de la izquierda de Ezra y apoyó su hombro y
cabeza en el de él. Ezra pasó su brazo por encima de Thiago y puso la
película.
Y
cuando esa película terminó, empezaron otra y así hasta que ambos cayeron
rendidos del cansancio.
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